No sólo dibujos, grabados y fotografías han retratado al mundo fueguino. En 1930 el sacerdote salesiano Alberto María De Agostini utilizó la cámara de cine con el propósito de grabar la labor misional en el “último confín del mundo”. Sus tomas cinematográficas muestran parajes sureños, animales salvajes, vida urbana y fragmentos de la cotidianeidad fueguina, donde destaca la secuencia de una familia canoera. Este último fragmento fue utilizado por el cine chileno como referente visual o “conocimiento previo” que facilita la construcción de una ficción. De esta manera, el indígena representado cumple la función de transportarnos a un tiempo pasado, la vida en comunidad y en armonía con la naturaleza.