El fotógrafo como operador somete a los retratados a un acto de vestidura, investidura y despojo, entendiendo el concepto de vestir como la acción mediante la cual el productor de la imagen dispone y ordena al sujeto y el escenario. El resultado de esta acción es la construcción visual de una estética que diferencia a los cazadores pedestres Selk’nam como el noble salvaje, templado, bello, de heroica sencillez, en oposición al recolector canoero como el innoble salvaje, pasivo, grotesco, de apocada apariencia.