Los lugares donde los antropólogos realizan trabajo de campo tienen una impronta propia, desarrollada inconcientemente por sus habitantes y por quienes los recorren. En este sentido, cada lugar es una construcción cultural. Entonces, no existen lugares “naturales”, pues ellos obedecen a formas de pensar/hacer y a una historicidad. Aquí la visualidad ocupa un sitial protagónico. El carácter de “fin de mundo” de Tierra del Fuego y sus áreas adyacentes exigía un registro gráfico. Así, esa tierra y ese fuego fueron construyéndose con las ideas de quienes hicieron las primeras fotografías de dicho lugar. Aquellos pioneros fueron antropólogos, religiosos y exploradores.
Uno de los posibles relatos visuales de la construcción de Tierra del Fuego y sus alrededores como lugar cultural, puede articularse desde tres ejes temáticos: los cuerpos originarios, su habitar y los procesos de cambio.